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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 1 de enero de 2013

UNA MUJER PLETÓRICA

...Katty está a punto de irse con un hombre cuando recibe una llamada de otro...
    Katty Lloyd continúa sin encontrar el amor de su vida pero eso no impide que esté pletórica. El Pijo SEXO EN LA PISCINA, que se fue a Méjico sin billete de vuelta, está de nuevo en Madrid y a punto de inaugurar un club nocturno en la capital de España. LA ÚLTIMA RACIÓN DE SEXO EN LA PISCINA
    Desde la decepción sufrida por el fracaso de la historia con El Psiquiatra, de quién pensó que podría llegar a ser EL AMOR DE SU VIDAKatty ha dejado de buscar en las pistas de baile de las discotecas y en los portales de encuentros de Internet al compañero y al amante con el que compartir el resto de sus días. Ahora sale con la única intención de echarse unas risas con sus amigas y pasar un rato agradable. Sigue atendiendo a las solicitudes de los hombres apetecibles que la pretenden por el WhatsApp o la web, pero ya no espera de los susodichos más que una agradable conversación y unas horas de sexo placentero. En estos casos, es ella quien decide, una vez que elige al galán que considera adecuado, dónde y cuándo se celebran las citas.
                        
     El último hombre con el que ha conectado a través de la red y ha conocido personalmente es El Chiqui, llamado así por sus escasos 1,65 metros. El sexo no llegó hasta el cuarto encuentro que mantuvieron. Katty aceptó citarse con él después de la primera vez porque era agradable, su conversación le resultaba interesante y le caía bien. Sin embargo, no la excitaba físicamente. Aunque era guapo de cara, su corta estatura la retraía. No es una mujer acostumbrada a estar con hombres bajos.
    El día que terminaron envueltos entre las sábanas del apartamento de Katty era laborable. Su hijo estaba con el padre y ella, sola en casa. No había hecho ningún plan y él le puso un WhatsApp por la tarde. “Te invito a cenar”. “Si vienes a mi barrio, acepto”, le respondió ella.
    Quedaron una hora después en un restaurante italiano y compartieron pasta y pizza. En la sobremesa, El Chiqui empezó a hablar de sexo y a preguntarle a Katty qué prácticas le gustaban más.
     -Soy bastante abierta en el sexo. Todo lo que se haga bien me gusta.
     -Me halaga escuchar eso. Me considero un hombre experto en dar placer.
  -Jajaja!!! Eso decís todos. Forma parte del truco de la seducción. Por mi parte, he comprobado en varias ocasiones que se trata de un farol. Algunos de los que presumen mucho son tan torpes que no te queda más remedio que separar su cabeza de tus partes íntimas mientras piensas “aparta de ahí, que es mejor nada que esto...”, expresó Katty en tono risueño.
     -Ese no es mi caso, te lo aseguro, aclaró El Chiqui.
   -Blablabla, blablabla, blablabla, reiteró Katty. Aquí lo que importan son los hechos. Los hombres tenéis la lengua muy larga, aunque seamos las mujeres quienes acarreamos ese sambenito.
    La conversación continuó por derroteros similares y, después de tomar postre y café, salieron a la calle. Ya era de noche y la luna llega resplandecía en lo alto del firmamento. Katty alzó su rostro para admirar el brillo del círculo de plata que coronaba sus cabezas y sus recuerdos volaron hacia aquella NOCHE DE LUNA LLENA, NOCHE DE AULLIDOS de la que estaba a punto de cumplirse un año. Siempre que le daba por pensar en un hombre al que incluir en la categoría de “amantes torpes”, la imagen del broker era la primera que asaltaba sus sentidos KATTY Y EL BROKER. Pero ahora estaba con El Chiqui, callada y parada en la puerta de un restaurante italiano cercano a su casa y debía decidir si lo invitaba o no. Él permanecía de pie a su lado, esperando una respuesta que no obtuvo hasta que no preguntó de modo claro y directo.
      -¿Vas a invitarme a tu casa, o no?
      -De acuerdo, aceptó ella sin haberlo pensado lo suficiente.
      Él la tomó por la cintura y emprendieron el camino calle abajo. Katty aprovechó el sonido de su teléfono móvil para zafarse de su abrazo instantes después. No le gustaba que un hombre que no era su pareja la llevara abrazada por la calle. Atendió la llamada y escuchó la voz de otro galán de la web tipo bigardo, al que ya conocía por fotos y que llevaba varios días intentando concertar una cita con ella: El body guard ...  (Continuará)

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