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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


miércoles, 2 de enero de 2013

NOCHE EN EL MALIGNO

...Intentó escapar sin éxito de las garras de aquel gigantón que la sobaba...
    El grupo formado por OliviaEmiWynieEl de 28 y los dos amigos de este último se dispersó nada más acceder a El Maligno. Los hombres se quedaron en la barra pidiendo bebidas y ellas se adentraron en la habitación azul. Sin presencia masculina alguna y sentadas en el sofá situado al fondo de la estancia, Olivia confesó a sus amigas que estaba muy dolida con su amante por haberse enamorado de otra y, además, atreverse a hablarle con todo lujo de detalles del sufrimiento que una mujer distinta a ella causaba en su corazón LA PRESUNTA IMPLICADA.                                                         
                         
     -No voy a volver a la cama con él, pero sigo enamorada y me resulta imposible sacarlo de mis pensamientos, aseguró a Emi y a Wynie.
    -Otro vendrá que su hueco ocupará. Y mientras más pronto aparezca, mejor, observó esta última.
     -Desde luego. El problema es que no veré a ese otro mientras él ocupe mis sentidos.
     -Piensa más en ti y menos en él, Olivia, le recomendó Emi.
    -Creo que, si me encontrara en tu caso, me tiraría a uno de sus amigos, verás cómo le duele. Además, te lo digo porque intuyo que gustas a ambos. Cualquiera de los dos accedería encantado, aseguró Wynie.
      -Pues el alto no está nada mal. ¿Que os parece?
     -Para ti, estupendo, contestó Emi al tiempo que Wynie asentía y las alertaba con el gesto de la proximidad de ambos hombres, que entraron en la sala con las manos cargadas de botellines de cerveza para invitarlas.
      -A mi no me apetece, gracias. ¿Donde habéis dejado a El de 28?, quiso saber Wynie.
      -En la fila del baño, esperando su turno muy bien acompañado, reveló el moreno, riéndose a dos carrillos.
      -Venga ya!!! Eso no me lo pierdo, indicó su interlocutora, levantándose del sofá.
      Sin pararse con nadie ni siquiera saludar a ninguno de los conocidos con los que se topó en su camino, Wynie cruzó veloz el pasillo que separaba las habitaciones y la barra de los cuartos de baño de El Maligno y, al llegar a la meta, descubrió a su objetivo besando largamente a una persona de sexo femenino cuyo rostro no alcanzaba a vislumbrar. No obstante, logró percibir que era de estatura baja y entrada en carnes. Se volvía para confirmar la noticia cuando unos brazos de gigante cortaron su paso.
     -¿Dónde vas tan deprisa, guapa? ¿Se te ha perdido algo, o alguien?, la interrogaba un desconocido que se atrevió a achucharla contra su cuerpo plantando una de sus grandes manos en el trasero femenino y la otra, en un pecho.
      Wynie intentó escapar sin éxito de las garras de aquel gigantón que la sobaba. Sabedora de que con la fuerza no tenía nada que hacer, utilizó la amenaza para defenderse.
     -Si no me sueltas ahora mismo y dejas de tocarme grito el nombre de M., el dueño de esta casa, y no tardará en aparecer y echarte, espetó dirigiendo al rostro cuadrado del hombre una mirada firme y desafiante.
     -Perdona, no te pongas así. Creía que te gustaba, espetó convencido tras soltarla.
    -Para seducir no basta con un físico imponente, como el tuyo. Al menos, no a mi. Por mucho cuerpo que luzcas, si andas falto de neuronas no tienes nada que hacer conmigo. No frecuento compañías insulsas, comentó con desdén. Déjame pasar, le ordenó en tono expeditivo.
    El gigantón dejó libre el pasillo y Wynie lo cruzó hasta adentrarse en la habitación azul, donde permanecía su grupo de amigos. Tomó asiento al lado de Olivia y pronunció tres palabras cerca de su oído, en voz baja: “besándose con otra”. La oyente, lejos de enfadarse o entristecerse, soltó la siguiente frase: “Mejor para él. Y para mi”, enfatizando las últimas palabras, como si quisiera dejar patente su alegría por sentirse libre. No lanzó a Wynie ni una sola pregunta sobre la escena que acababa de presenciar ni hizo el más mínimo amago de interesarse por los actos del hombre de quien momentos antes había afirmado sentirse enamorada... (CONTINUARÁ).

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