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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 8 de enero de 2013

LARGA FIESTA

Degustaba el bombón en los labios de la muchacha mientras achuchaba a Olivia contra su torso...
    Una semana después de la primera vez, Olivia y EL CANOSO volvieron a verse, y no porque él la llamara a la vuelta de su viaje de negocios, tal como había prometido. El escenario fue el mismo en que se conocieron: habitación azul de El Maligno a altas horas de la madrugada. Ella estaba con Emi, ambas de pie y de espaldas a la puerta, lo que impidió que lo vieran llegar. Él entró, abrazó a Olivia por detrás y besó con delicadeza su cuello. Ella se volvió para saludarlo y no pudo evitar torcer el gesto al comprobar que su galán estaba acompañado de dos guapas jóvenes, a las que conocía de verlas por el club.
   -Hoy vengo con las chicas, pero no te preocupes. Te las presento y te tomas una copa con nosotros, le dijo él.
    Olivia obedeció y tomó el camino hacia la barra junto a El Canoso y sus dos amigas. Emi se quedó hablando con un nuevo pretendiente al que acababa de conocer: El Montañero, del que tendréis noticias en próximos relatos.
                     
    A lo largo de la noche, Olivia pudo comprobar que su caballero estaba bien solicitado por las dos muchachas que lo acompañaban, aunque dedujo que las atenciones femeninas estaban más relacionadas con su carácter generoso y lo abultado de su cartera que con sus atributos masculinos. “Son jovencitas que solo quieren que les pague todas las copas”, susurró al oído de Emi en un momento en que ambas se cruzaron en el pasillo que separa la habitación azul de la roja. Entre copa y copa y confesiones en esta última estancia, Oliviasupo que El Canoso acababa de dejar atrás un larguísimo matrimonio y tres hijos y se dedicaba de lleno a ganar dinero y a vivir la vida, “mi segunda juventud” tal como él mismo reconocía. No se trataba del tipo de hombre que anda mendigando amor, cariño o sexo. Sí, de un galán simpático, buen conversador, generoso y extrovertido. “Un nuevo amigo para echar buenos ratos”, pensaba ella.
   Cuando la madrugada dio paso a una mañana plomiza y El Maligno cerró sus puertas, Olivia dejó a Emi con El Montañero y se dispuso a prolongar la fiesta junto a El Canoso y sus amigas en la lujosa mansión cercana a la Plaza Mayor que ya había tenido el placer de conocer. Volvió a recostarse en el confortable sofá de cuero negro aunque, en esta ocasión, no era la única invitada. Se encontraba entre El Canoso y sus dos amigas. Frente al grupo, una mesa baja de cristal sobre la que reposaban botellas de güisqui y ron, latas de refrescos, una cubitera con hielo y un plato lleno de bombones. La más joven de las chicas cogió uno de ellos, metió la mitad en su boca y acercó su rostro al del hombre, invitándolo con un gesto provocativo a tomar la otra mitad del dulce.
    El Canoso degustaba el bombón en los labios de la muchacha mientras pasaba su brazo derecho por la espalda de Olivia, la arrastraba hacia sí y la achuchaba contra su torso, como si pretendiera hacerle entender que la tenía pegada a él y que la deseaba aunque al mismo tiempo sucumbiera a las mieles de otra. Entretanto estas reflexiones sobrevolaban sus pensamientos, sentía el juego de unos dedos largos sobre las medias de seda que cubrían sus muslos prietos: los de la otra amiga, que la acariciaba distraída con la mano que no sujetaba la copa.
   Olivia es mujer de decisiones repentinas y así, de sopetón, se deshizo del abrazo de El Canoso y se levantó.
    -Me marcho, amigos. Estoy cansada y no me gusta este juego.
     Las dos jovencitas se miraron a los ojos y respondieron al unísono.
   -Mejor, nos vamos nosotras. Os dejamos en la intimidad, precisó la más joven con una sonrisa pícara.
     -Como gustéis, contestó el anfitrión. Os acompaño a la puerta.
    Era la segunda vez que se habían visto y, tal como ocurriera en la primera ocasión, El Canoso y Olivia se quedaron solos en el mismo escenario. La diferencia ahora estribaba en que los esperaba un fin de semana en el que él no debía marcharse a ningún viaje de negocios...

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