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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


miércoles, 5 de diciembre de 2012

AMOR PLATÓNICO Y PERSISTENTE

     El único amor que sobrevive al tiempo, a la distancia y a la falta de contacto es ese amor platómico que Emi siente por El Principito...
    La necesidad de encontrarse con su amor platónico empezó a ser una constante en las salidas nocturnas de Emi Abbott. Tanto, que cada vez que quedaba con sus amigas les pedía que se citaran en el bar donde trabajaba El Principito. A Wynie y a Olivia no les importaba demasiado, pero Katty se cansó de acudir, casi por obligación, al mencionado local. Llegó, incluso, a dejarla plantada en una ocasión en que habían quedado allí. Le surgió otro plan más apetecible y llamó a Emi para que se apuntara. Ésta, lejos de hacerle caso, se enfadó y empezó a gritarle como una desesperada. La relación entre ambas quedó prácticamente rota y tuvieron que pasar varios meses para que las cosas volvieran a su cauce...
    Mientras tanto, Emi seguía emperrada en ver a El Principito en cada ocasión que pisaba la calle, pese a que no hubo nada entre ambos tras aquellos lamidos en la cara que, según afirmaba, le despertaron su instinto sexual. EL AMOR PLATÓNICO DE EMI ABBOTT Con tal de sentir en su rostro la mirada de sus ojos azules, saludarlo y sonreírle, cualquier momento era propicio. Visitaba a su amiga Wynie con frecuencia inusitada y le pedía que se tomaran un café en el local en cuestión. El Principito, sin embargo, nunca se dio por enterado de aquel amor, aunque las visitas de Emi a su lugar de trabajo se hicieron constantes. Llegaron, incluso, a repetirse en un mismo día.
    Desde el encuentro en la discoteca, la actitud de El Principito hacia Emi siempre fue la misma. Ella llegaba al bar, acompañada de una o dos amigas, y él se limitaba a sonreír y a repetir idéntica frase: “¿Qué tal estáis, chicas?”. En esos momentos, Wynie sacaba a relucir su mítica pregunta de “¿cómo te puede gustar ese tonto?", para la que Emi no tenía respuesta. Soltaban una carcajada, terminaban el café y se marchaban. Y así, un día tras otro. Hasta que, en una ocasión, Emi fue al baño y al salir, en el pasillo que separaba los servicios de las dependencias privadas de los empleados, se topó de bruces con su amor.Se quedó cortada y roja como un tomate y él, en la confusión propia de un instante lleno de nervios y mudo de palabras, tomó una de sus manos y la colocó sobre sus partes. ¿EL TAMAÑO IMPORTA? Y en ese preciso momento, Emi tuvo constancia que la Naturaleza había sido descomunalmente generosa con su amor platónico. Comprobó que la herramienta le llegaba a la rodilla y no pudo reprimir un alarido de satisfacción. Él enmudeció, volvió la espalda y subió precipitadamente las escaleras, como si quisiera huir...
    Su acción, lejos de apartarlo de la mente de Emi, incentivó sus fantasías y acrecentó su presencia con aventuras pasionales que no pertenecían al mundo real; se desarrollaban en los impresionantes escenarios naturales del planeta que Emi había creado para él. Y por más que sus amigas intentaran disuadirla, ella seguía insistiendo en tomarse diariamente un café en el mismo lugar y con la misma intención: ver a su amado, mirarlo y sonreírle... Y él seguía igual, sin variar un ápice el saludo característico : “¿qué tal, chicas, cómo estáis?"
    Tal como ocurrió a KattyWynie y Olivia empezaron a cansarse de ir siempre al mismo lugar. Una noche, Wynie decidió dar a Emi un ultimátum. “O le metes la lengua hasta la garganta al tonto ése para ver cómo reacciona, o yo no vuelvo a acompañarte a este lugar”. Emi se negó a hacerlo y Wynie cumplió su amenaza: no volvió a cruzar las puertas del bar en cuestión en mucho tiempo. Emi tuvo que buscarse otras compañías, fundamentalmente empleadas de su revista, para que fueran con ella a ver a su amor platónico. Vivía una ilusión que no aminoraba, pero tampoco restaba protagonismo a su amor auténtico, carnal y real: el que disfrutaba junto a El PolacoHan pasado tres años y, en teoría, la historia de amor entre Emi y El Polaco ha finalizado.
    El único amor vigente para ella, el que se perpetúa en sus sueños y en sus pensamientos, el que sobrevive al tiempo, a la distancia y a la falta de contacto, es el que siente por El Principito. “Por algo -en palabras de Wynie Smith- es platónico y no real".

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