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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


domingo, 25 de noviembre de 2012

Y LA LUNA ADORNÓ DE REFLEJOS PLATEADOS SUS CUERPOS DESNUDOS

      ...Se amaron con la energía de la adolescencia, la intensidad de lo efímero y la ilusión de lo nuevo...
    Darío Palacios, ex atleta de la selección nacional cubana exiliado en Miami y metido a relaciones públicas, llegó diez minutos tarde a la cita que tenía con Emi Abbott en el aeropuerto de Nasau, capital de las Bahamas. No se conocían. Ella viajaba en calidad de directora de una revista de moda, invitada por la organización de un desfile de diseños tropicales en el que participaban varios países de la zona. Cuando vio acercarse a aquel Adonis de ébano luciendo un elegante traje de chaqueta blanco y una sonrisa ancha dibujada en sus labios carnosos, el sudor provocado por el calor del lugar y los nervios de la espera se congeló en su semblante. Embelesada en la belleza escultural del recién llegado, fue incapaz de articular palabra alguna. Él la saludó con un beso apretado en su mejilla derecha, cogió su equipaje con una mano y agarró con la otra una de las suyas. Así, en silencio y agasajándose con sonrisas y miradas mutuas, atravesaron el corto tramo que los separaba del vehículo todo terreno aparcado en la terminal de llegadas. Emi no apartó la mirada del rostro de su acompañante durante el trayecto que recorrieron hasta llegar al hotel. Nunca había tenido una aventura con un hombre de color, pero las mariposas que revoloteaban entre su estómago y las partes más íntimas de su cuerpo le indicaron que estaba a punto de comenzar la primera.
     La pasión desbordada que surgió entre el ex atleta y la periodista empezó a fraguarse en el almuerzo de bienvenida que ofreció la organización a los informadores invitados al evento. Atento y solícito, el cubano derrochó sus mejores artes de galán y no se separó de Emi en ningún momento. En las playas turquesas de Nasáu, la tarde los envolvió con su brisa salada y su tinte encarnado, y el mar los abrazó en la calma de sus aguas cristalinas. La noche acompañó sus primeros besos a bordo del típico carruaje que les brindaba un romántico paseo a la luz de la luna. Y la luna adornó de reflejos plateados sus cuerpos desnudos en la terraza de una lujosa habitación de hotel...
    En los brazos de aquel monumento de chocolate, Emi Abbott se olvidó de que en su vida había existido un polaco que la adiestró en el arte de amar; un pintor con el que había iniciado una relación prometedora LOS NUEVOS MUNDOS DE EMI ABBOTT o unas hijas que la esperaban a miles de kilómetros. Se olvidó, incluso, de que el mundo seguía girando con sus grandezas y sus miserias, sus dichas y sus pesares. Bajo el sol suave de las Bahamas, en las aguas transparentes de sus playas o sobre el manto interminable de arena blanca se amaron con la energía de la adolescencia; la intensidad de lo efímero y la ilusión de lo nuevo. Y así, explorando el polígono del deseo en todas sus aristas, transcurrieron los cuatro días más hermosos que pudo abarcar la memoria de Emi...
   En el interior del avión que la llevaba de vuelta a Madrid, acomodada en su asiento de primera clase, los ojos entreabiertos y la mente viajando entre el sueño y la vigilia, Emi se recreaba en el recuerdo del cuerpo perfecto que la había poseído unas horas atrás; en el sabor dulzón de la piel morena que recorriera por completo con sus labios; en los brazos fuertes que manejaban su cuerpo para colocarlo en una diversidad interminable de posturas amatorias; en la belleza armónica de la herramienta oscura dibujando un ángulo recto con un torso que parecía esculpido por el más genial de los artistas; y en la intensidad de las sensaciones que recorrían los vericuetos de su ser en cada embestida... Abría los ojos, miraba al resto de los pasajeros dormitando en sus asientos, volvía a cerrarlos y pulsaba otra vez el play de su cerebro para volver a recrearse en la película de la aventura pasional más hermosa que pudiera contar mujer alguna. Sentía un torrente de aguas cálidas recorriendo su interior y sonreía...                                                                           

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