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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 27 de noviembre de 2012

UNA PASIÓN ATRAPADORA

                                   EL DESEO DE LA PRIMERA NOCHE
    Wynie se llevó a Ése a su casa y a su cama varias horas después de conocerlo en El Maligno y tras haber compartido con él unas cuantas risas, algún beso furtivo y otras cosas que no pueden contarse públicamente. Caminaron varias manzanas abrazados y besándose como posesos hasta llegar al apartamento del barrio de Los Austrias. Una vez en la intimidad, se despojaron de sus ropas mientras sus lenguas recorrían cada rincón de sus anatomías ardientes de deseo. Recostados en el sofá, follaron como leones y siguieron gozando encima de una silla, bajo las tibias aguas de la bañera y entre las sábanas estampadas de rosas que cubrían la amplia cama. Entregados de lleno a la tarea de descubrir el goce de sus cuerpos, apenas intercambiaron palabras.
        
    Solo cuando fue consciente de que el sexo junto a Ése adquiría un matiz especial, Wynie le lanzó un tímido “creo que esto se nos da demasiado bien”, y el asintió al tiempo que le dedicaba una mirada cómplice, una sonrisa ancha y un beso apasionado que ella saboreó como si se tratara del primero de su vida. No durmieron en las pocas horas que quedaban de noche... Él se despidió con los primeros rayos de sol y salió corriendo cual Cenicienta temerosa de que el Hada rompiera el encantamiento por llegar unos minutos tarde...Aquella huida sin motivo aparente le produjo a Wynie tal sensación de vacío que no pudo evitar el hecho de pedirle tímidamente una explicación del tipo “por qué tienes tanta prisa, si es sábado”. Él la tranquilizó con un beso cálido y estas palabras: “tengo unas gestiones que hacer. Descansa un rato, déjame tu número de teléfono y cuando despiertes estaré de nuevo a tu lado. Volveré, no te preocupes”.
    Escuchó el ruido de la puerta al cerrarse y tuvo la sensación de que todo lo ocurrido en esa noche mágica se había esfumado para siempre. Una extraña sensación de amargura recorrió su cuerpo e inundó las sábanas de la cama, poseídas aún por el olor especial que dejara Ése. Tuvo que repetirse a sí misma varias veces las palabras que el hombre pronunciara minutos antes de marcharse, con un convencimiento fuera de toda duda razonable “volveré, no te preocupes”, antes de ser capaz de quedarse dormida. Pasaron las horas.... Se despertó, preparó algo para comer, recogió la ropa, ordenó la casa, se fumó un cigarrillo y dejó que el tiempo siguiera consumiendo la lenta espera. El teléfono y el timbre permanecían en silencio. La noche abarcó con sus penumbras toda la extensión de aquel apartamento frío y vacío. Fue entonces cuando Wynie constató la evidencia de que Ése la había engañado. No volvió como había prometido y ni siquiera se dignó a llamarla. Indignada, dio un puñetazo en la mesa que le dejó la mano derecha dolorida durante un buen rato. Seguidamente, agarró el teléfono y marcó el número de su íntima Emi Abbott.
    -Qué pena, con lo simpático que parecía ayer cuando lo conocimos en El Maligno, indicó ésta. No me esperaba esa reacción tan rara de él. En cualquier caso no te preocupes ni pierdas más tiempo pensando en un tipejo así. El próximo día que salgas te buscas a otro y punto. Tú eres un espíritu libre y no quieres atarte a ningún hombre. De eso alardeas, ¿o no?
    -No alardeo, Emi. Es lo que siento. Y tienes razón: a Ése, que le den por el c. y que le guste. Afortunadamente, puedo tener a cualquiera que me guste cuando me de la real gana, y si vuelve o da señales de vida, que espere al final de la cola...
    Emi asintió con un sonriente “así se habla” y Wynie, más tranquila, decidió llamar también a Olivia y a Katty.
    -Los hombres, cariño, son todos iguales, le aseguró la primera. Te calientan la oreja con todo lo que quieras escuchar para conseguir su propósito y, una vez que te han llevado a cama y han saciado su deseo, cogen la puerta, se van y se olvidan de lo dicho. No puedo creerme que te sorprenda su actitud. ¿Que querías, que se quedara a vivir en tu casa?
    -No exageres, Olivia. Solo pretendía pasar el resto del finde con él...
     -Tú querías un fin de semana y a él le bastó con unas cuantas horas. El sexo por el sexo es lo que tiene, le dijo Katty Lloyd durante la tercera y última conversación telefónica que mantuvo aquella jornada... Ya sabes mi opinión al respecto: si un tipo te gusta mucho no debes irte con él la primera noche. Lo más normal es que sea un machista y piense que tú eres una cualquiera por llevártelo a la cama nada más conocerlo. Ellos siempre están dispuestos para tener sexo pero, a la hora de pensar en una mujer para algo más que un revolcón, nunca escogerán a la que consiguieron nada más conocerla.
    -Yo no creo que eso ocurra con todos los hombres, Katty. Pero si es así, tengo claro que ni uno solo merece la pena. ¿Cómo voy a perder un minuto de mi vida con un tipo que piensa mal de mi porque accedí a tener sexo con él nada más conocerlo?
    -Ni un minuto ni una hora, porque no te dará la oportunidad de hacerlo. Él ya consiguió lo que quería de ti. Y la próxima vez que le entre el calentón buscará a otra. Porque lo que tú puedes darle ya lo conoce. Así actúan, hazme caso.
    -No me da la gana, Katty. Me niego a pensar que los hombres del siglo XXI minusvaloren a una mujer o piensen mal de ella por sucumbir a sus deseos sexuales la primera noche. 

    -Piensa lo que quieras, Wynie, o lo que más te convenga. Pero la realidad es la que yo te acabo de decir. Te guste o no. Lo siento.
    Wynie colgó el teléfono y lamentó que su amiga le hablara en el mismo tono que lo hubiera hecho su madre. Su enfado iba in crescendo y ya no se debía solo al plantón de Ése. Las palabras de Katty la irritaron al máximo. Se negaba a creer, y mucho menos a practicar, una virtud femenina tan antigua como la decencia. Por más que le advirtiera Katty, decidió seguir haciendo lo de siempre: tirarse a todos los tipos que le gustaran y, si alguno pensaba mal de ella por eso, que se fuera al carajo. En el fondo, estaba convencida que no todos los hombres reaccionaban como creía su amiga. Y en el caso de que Ése perteneciera a dicho grupo, tenía claro que no le resultaba interesante seguir teniendo sexo con él. Ni siquiera volverlo a ver. Así lo decidió aquella noche. No obstante, los hilos que mueven el destino, como suele ocurrir, se balancearon a su antojo. Wynie se reencontró con Ése mucho antes de lo que hubiera pensado. En próximas entregas de ABREMELOYA!!! descubriréis el quid de la cuestión. ¿Volvió a la cama con él?
¡    Aquí os dejo, queridos lectores y lectoras, un tema para el debate. En general, ¿piensan mal los hombres de una mujer por tener sexo con ella la primera noche? Espero vuestros comentarios al final del artículo, pinchando en el epígrafe “escribir un comentario”.
    Nota: Me encantaría recibir muchos comentarios del sector masculino, pues son ellos quienes, por razones obvias, tendrán la respuesta más acertada al tema que planteo hoy. 

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