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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 27 de noviembre de 2012

EL CREPÚSCULO DEL POLACO Y EMI ABBOTT

       "....Emi se hacía el amor a sí misma, prisionera en su alcoba de las palabras que el polaco le dedicaba..."
   El fuego que brotaba entre el polaco y Emi Abbott nada más rozarse y la pasión desenfrenada que envolvía sus encuentros se volvieron crepúsculo con el acontecer de los días. Como ya os conté en una entrega anterior de ABREMELOYA EL DESPERTAR SEXUAL DE EMI ABBOTT , ninguno de los dos podía -o quería- bajar la intensidad del ímpetu que los arrastraba hasta la inconsciencia desde el inicio de cada una de sus citas, en la terminal de llegadas del aeropuerto de Barajas, Madrid. Nadie, ni siquiera ellos mismos, pensó nunca que ese fuego -como todos- terminaría apagándose... Sin embargo, no tuvo que pasar mucho tiempo para que así ocurriera.
                                                               
    No hubo terceras personas, por si alguien lo estaba pensando. No. Ocurrió, simplemente, que se les rompió el amor... de tanto usarlo. Las llamadas telefónicas de una hora diaria como minimo se fueron espaciando. En parte, porque Emi no tenía mucho tiempo libre y, para colmo de males, su amiga Wynie Smith le insistía en lo absurdo que resultaba perder varias horas al día hablando por teléfono con un hombre. Lo que Wynie no captaba es que el polaco no era un hombre al uso y Emi lo sentía aún más especial que el resto del mundo. Con 60 años, su currículum vital lucía la huella de haber sido ex todo: ex cocainómano, ex empresario, ex alhohólico, ex marido... Estaba tan cansado de vivir que soñaba cada madrugada con deshacerse en minúsculas partículas y que cada una de ellas, cual fotones de luz, encendiera el camino que su amada habría de tomar en la vida...
     En las largas conversaciones telefónicas que sostenían se entremezclaban el fotonismo y el culo de vaso; el existencialismo con la lencería fina que Emi compraba expresamente para sus citas; el sexo tántrico y la cacharrería erótica. Juego de palabras con el que el polaco conseguía conmover a Emi a la vez que la ponía a cien y ella decidía encender el ordenador y buscar el vuelo que más rápido la llevara a sus brazos. Y cuando esos arranques se convirtieron en hábito, el mundo ajeno al hombre que rodeaba a Emi se resintió. Protestaron sus jefes, se enfadó su madre y se quejaron sus hijas. Por no hablar de su amiga Wynie Simith, que a diario le exponía sus documentadas teorías de marisabidilla según las cuales el polaco ya había cumplido su cometido en la vida de Emi y mantener esa relación carecía de sentido. Lo cierto es que las citas de ambos se fueron distanciando sin que el fuego que los quemaba se resistiera a apagarse. El sexo por teléfono suplió a los encuentros carnales y Emi pasó de encerrarse con él en una habitación de hotel a pasar noches enteras prisionera, en su propia alcoba, de las ardientes palabras que su amante le dedicaba. Guiada por él, se hacía el amor a sí misma con la sensación de que era él quien se lo estaba haciendo y se introducía en su vagina húmeda un pene artificial tamaño maxi pensando que se trataba de su añorado vaso de cubata.
    Y así han estado durante el último año: viéndose muy poco y practicando el sexo en la distancia. Y la distancia terminó por apagar el fuego... Emi tenía la intención de pasar una semana a su lado estas Navidades.. Soñaba con los escasos días que faltaban para calmar su ardor, para sentir a su amado polaco dentro de su cuerpo y perpetuar al máximo el éxtasis... Aunque fuera la última vez... Aunque luego lo viera desintegrarse en miles de fotones plateados...
   Hoy mismo he recibido una llamada de Wynie Smith. Me ha contado que Emi está desesperada porque el polaco no vendrá... de momento. Al parecer, le ha pedido un tiempo de reflexión.
     -¿Y eso? El tiempo lo da el reloj, nosotras no, le he contestado.
    -Exactamente lo mismo le he dicho yo. Y además, le he añadido que el hombre que pide tiempo quiere a otra, me ha contestado Wynie.
     Y para contaros, queridos lectores, el desenlace de esta historia, he telefoneado yo misma a Emi Abbott. Afortunadamente, no la he encontrado ni deprimida ni nerviosa. Es más: me ha pedido que saliéramos a cenar la próxima semana para despedirnos antes de la Navidad. Sobre la ausencia del polaco, está convencida de que no durará mucho. Asegura que volverá y que ella lo recibirá con los brazos abiertos (y algo más, ja,ja).
                                                                                                                                         RoCastrillo

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