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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 3 de julio de 2012

EL AMOR Y, DE CAMINO EL SEXO

    Su interior se humedeció entregado al placer
   Desde que Katty Lloyd se divorció por segunda vez, hace ya casi dos años, solo ha encontrado a una persona susceptible de convertirse en el amor de su vida: su amante belga. Katty, su amante belga y el abismo Un hombre casado con el que mantuvo una relación apasionada y tórrida, y al que dejó tras convencerse de que nunca abandonaría a su familia por ella. En parte por su propio carácter y también por la educación recibida, se negaba a convertirse en “la otra” y a abrirse de piernas cuando su amado pudiera escaparse y no cuando a ella se le antojase...
  Katty es consciente de que el sexo le proporciona grandes dosis de felicidad y le resulta difícil acostumbrarse a vivir sin él. No obstante, tampoco le apetece embarcarse en relaciones donde la atracción sexual prevalezca sobre los sentimientos. Busca a un hombre que la lleve cada noche al paraíso con sus caricias, que le diga “te quiero” mientras hacen el amor y que desayune a su lado en la cama; que la admire, la comprenda y la consuele en los momentos difíciles; un hombre al que entregar cada uno de los días de su vida, sean dichosos o amargos... En resumidas cuentas: un amor de verdad, generoso y duradero. En resumidas cuentas: EL AMOR. Así de rotundo, escrito con letras mayúsculas...
    Ha intentado hallarlo, sin éxito hasta el momento, en las barras de los bares, en las pistas de baile de las discotecas y en los portales de relaciones de Internet. Sabe que está en algún sitio y no pierde la esperanza de dar con él, aunque las diversas tentativas la hayan arrastrado al fracaso. Una serie de citas a ciegas desafortunadas, una amplia lista de números de teléfono a los que responden voces masculinas y algunos encuentros carnales más o menos exitosos no han servido para disipar la fuerza de su ilusión ni el empuje que la lleva a perseguir sin aliento el ideal ansiado. Así de romántica es Katty Lloyd. Convencida de que el caballero que la haga soñar tal como hiciera su padre con su madre está a la vuelta de la esquina, sigue explorando caminos que puedan conducirla hasta sus brazos, por muy abruptos que se le presenten... El Amor, Anhelo Inalcanzable
  Hace algún tiempo conoció en un portal web a un caballero de su edad, sensible, de agradable conversación, piel mulata y nacionalidad francesa. Le resultó atractivo e interesante y se citó con él en un par de ocasiones. A la tercera le aceptó una invitación a cena seguida de masaje en la intimidad. Sabía que iban a terminar en la cama y no le importaba. De hecho, una de sus fantasías sexuales más recurrentes era encamarse con un negro y éste respondía a sus expectativas de caballero galante y solícito. Por primera vez en su vida, el azar le regalaba la oportunidad de convertir su fantasía en realidad y no quiso rechazarla.
   No tuvo la sensación de haberse equivocado cuando llegó a la vivienda y él, tras recibirla con tiernos besos en las comisuras de los labios, la condujo con cortesía a una mesa decorada con esmero, la invitó a ponerse cómoda y la incitó con el gesto a que admirara el ambiente romántico de velas y música de boleros que había preparado para ella.
    Todo iba sobre ruedas hasta que Katty vio a su anfitrión desnudo, después de la cena y el masaje con el que la había obsequiado. Lucia una prominente barriguita en la que no había reparado antes y las sábanas de su cama despedían un olor ácido y poco agradable. Tuvo ganas de salir corriendo de allí, aunque fueron muy pasajeras. El hombre la conquistó con caricias tiernas, palabras románticas y un “savoir faire” que le recordaba a su añorado amante belga. Su interior se humedeció entregado al placer que le prodigaban las grandes manos morenas y su cuerpo entero vibró en una penetración henchida de sensualidad y placer.
    No quiso quedarse a dormir. Sabía que el olor de aquellas sábanas eliminaría el dulce sabor de la velada y prefirió despedirse con la socorrida escusa de “mañana madrugo y necesito descansar”. Él las sorprendió con un beso profundo y un “te quiero” que provocó el temblor de sus piernas mientras esperaba al ascensor. Durante el trayecto en taxi hacia su casa recibió dos escuetos mensajes de El Mulato. En el primero volvía a decirle “te quiero”; en el segundo, “te necesito”. Katty apagó el móvil al tiempo que lamentaba no poderle corresponder y sentía que, una vez más, tampoco éste era el hombre que andaba buscando...

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